Empujados a la morosidad

Empujados a la morosidad

Bankruptcy - to scissors a credit card

Acabo de leer un artículo en el Diario Información de Alicante, que me ha terminado de indignar sobre este tema: “Suma subastará por 10.000€ la oficina de una empresa a la que el Consell adeuda 500.000€”. ¿Estamos todos locos? ¿Dónde ha ido el sentido común?

Hace unos días estaba haciendo cola en el banco, ya que los cajeros automáticos no funcionaban, y pude presenciar el drama diario de muchas personas que, en otros tiempos, fueron fieles cumplidores de sus compromisos de pago, y que desde hace algún tiempo se ve abocados a la morosidad.

Entiendo que sea censurable la morosidad producida por descuido, o por inconsciencia de lo que debe ser un presupuesto familiar razonable. Sin embargo, en estos tiempos, hasta los más cuidadosos ciudadanos estamos abocados a la morosidad, en un momento u otro.

El drama del trabajador que no cobra su sueldo a tiempo

A este trabajador que lleva 30 años en plantilla, y se gana con mucho esfuerzo un sueldo razonable que le permite hacer frente a sus gastos familiares, sin alegrías, pero honradamente, su empresa no ha podido pagarle aún la nómina. Muy probablemente se la pagarán dentro de unas semanas, pero los gastos llegan inexorablemente, y no entienden de retrasos de cobros de nóminas. El banco simplemente devuelve los recibos, o quizá los cargue en descubierto, cargando tasas (cada vez más altas) e intereses de descubierto (a niveles de usura), que terminan de destrozar el presupuesto familiar del trabajador más cuidadoso.

La cosa se complica si la nómina no llega en el mes, sino que se deja para el mes siguiente, y hay que recurrir a hacer ingeniería financiera casera con las tarjetas de crédito, Cofidis, y el prestamista de la esquina, con lo que los intereses se acumulan, y el presupuesto se resiente hasta niveles insostenibles.

El autónomo atrapado

Y el problema no solo afecta a los trabajadores por cuenta ajena. Ser autónomo en estos tiempos en España es un acto de heroicidad, o de magia, que nunca será suficientemente reconocido.

Haces tu trabajo con profesionalidad, y facturas legalmente a tus clientes, pero los cobros no llegan, y te dan diferentes excusas que no te llegan al banco. Pero llega el fin de mes y tienes que pagar a la Seguridad Social, y no sabes de dónde sacar el dinero. Y la Seguridad Social, si te retrasas un solo día el pago, te aplica un recargo automático del 20% (además del interés de demora correspondiente). Este es un regalo que el gobierno hizo a las empresas y autónomos el año pasado, para ayudarles a sobrellevar esta recesión del mejor modo posible.

Y llega la fecha de pagar el IVA de las facturas que no has cobrado aún, ni sabes cuándo vas a cobrar, y no tienes para pagarlo. Pides un aplazamiento, y hasta te lo conceden esta vez, pero no sabes hasta cuándo podrás seguir aplazando.

Y mientras tanto no sabes si seguir trabajando o no, porque trabajar cuesta dinero, y las fechas de cobros de tus servicios son completamente impredecibles. Y mientras tanto tu familia tiene que seguir comiendo, y hay que seguir pagando la hipoteca, y el plazo de la furgoneta, y esos recibos del seguro, que parecen llegar siempre en el peor momento.

Así que este profesional, responsable y juicioso, se va abocado a ser moroso, con los bancos, con los recibos del agua y de la luz, con los pagos del autobús del colegio de sus críos, y hasta con la comunidad de vecinos.

La pequeña y rentable empresa pero ahogada por los impagos

Pero claro, este autónomo y ese empleado trabajan para una pequeña empresa, rentable y exitosa, pero que no logra que sus clientes, mucho más grandes que ella, le paguen las facturas a tiempo.

Esta empresa se ve abocada a no pagar a tiempo sus deudas, los sueldos de sus empleados, la seguridad social, los impuestos, y un largo etcétera. Y esa rentabilidad más que aceptable se ve eliminada de un plumazo al aplicar los recargos de la Seguridad Social, Hacienda, descubiertos en los bancos, intereses de tarjetas de crédito, y demás costes que no deberían haber existido, si las facturas emitidas se pudieran cobrar a tiempo.

En otros tiempos, a esta empresa se la rifaban los bancos, ofreciéndole todo tipo de productos financieros, líneas de crédito, descuento comercial, y cualquier cosa que permitiera a la empresa cubrir juiciosamente sus necesidades de flujo de caja e inversión.

Ahora, a pesar de vender más y mejor, con mayor margen bruto, los bancos le cierran las puertas sin ningún tipo de negociación. Se le cancelan las líneas de crédito de la noche al día, y se convierten en descubierto a intereses de usura, y con amenazas de embargo. Y es que los bancos tienen sus propios problemas también, y no están para alegrías.

Así que esta pequeña y rentable empresa, se convierte en morosa para todo el mundo, a pesar de seguir trabajando muy bien y con buenos márgenes. Y sus trabajadores sufren, algunos pierden su trabajo, intentando que esto ayude a la supervivencia de la empresa, y la capacidad productiva de la empresa sufre.

Y la cadena sigue y sigue

Y las medianas empresas que no pagan a tiempo a las pequeñas, tienen sus propios problemas, que por ser empresas más grandes, son problemas mucho más grandes.

Al no disponer de la financiación bancaria que disfrutaban solo hace uno o dos años, y ante los retrasos de cobros de sus clientes más grandes, se ven forzados a encontrar financiación a base de retrasar pagos a sus proveedores.

Pero la Seguridad Social y Hacienda no solo no ayudan, sino que tienen la obligación de ahogar hasta la extenuación a estas empresas, para que el estado no se pare, aunque las empresas tengan que desaparecer. Cierto es que los inspectores de Hacienda y la Seguridad Social hacen todo lo humanamente posible para mitigar este problema, y todas las empresas les debemos nuestro más sincero agradecimiento, pero las leyes fiscales e impositivas, cada día más restrictivas, no les dan mucho margen de maniobra.

Pero la Administración y las grandes empresas siguen pagando cuando quieren

Y si no quieres aceptarlo, no trabajes con ellos. O lo tomas o lo dejas. Así de simple.

Aquí es donde este artículo del diario Información lleva hasta el límite de indignación a todos los ciudadanos con algo de sentido común. Esta empresa de Onil no sería morosa, ni debería esos 10.000€ a la administración, si el Consell le hubiera pagado a tiempo los 500.000€ que le adeuda.

¿No es evidente? ¿Qué menos que permitir que esa deuda se compense a espera del cobro de la Administración? no hay que ser un premio Nobel, ni doctor en economía para ver la lógica de esta simple y justa petición.

Todas las empresas medianas y pequeñas sufrimos la arrogancia de las grandes empresas y de la administración. Nos aprietan en los precios, reduciéndonos nuestros márgenes comerciales, y además nos dan mil excusas (en el mejor de los casos) para pagar cuando les da la gana. Sin que no pase nunca nada porque ¿quién se atreve a enemistarse con ellos y que no nos den más trabajo?

Ya escribí otro artículo en este blog sobre este tema “Medidas urgentes: Que las fechas de pago de la Administraciones Públicas sean completamente predecibles

Mientras tanto, las PYMEs se convierten en morosas, a pesar de que muchas sean rentables, aunque a este paso no por mucho más tiempo, y sus trabajadores se convierten en morosos, y los autónomos que trabajan para ellas se convierten en morosos también, o no tienen más remedio que dejar el negocio.

Y la rueda sigue, y mucha gente pierde su trabajo, y dejan de pagar sus hipotecas, y se quedan en la calle, sin ingresos, sin esperanza, sin futuro. Y no hay consumo, y más empresas tienen que cerrar.

Rompamos este círculo vicioso

Los bancos son rescatados, los gobiernos también pero ¿quién rescata a los trabajadores y autónomos que pierden su trabajo, sus bienes, y su futuro? ¿Quién rescata a las PYMEs que se ven abocadas a cerrar, y abandonar una actividad productiva que hubiera podido crear riqueza a su alrededor?

Que los gobiernos, bancos y grandes empresas se comprometan a pagar sus obligaciones religiosamente, y pararán de raíz la destrucción de empresas, la destrucción de empleo, la destrucción del futuro de nuestros vecinos y de nuestros hijos.

Convirtamos este círculo vicioso en un círculo virtuoso que nos permita darle la vuelta a esta situación, a este amasijo insano de componentes que no se combinan adecuadamente, y convirtámosla en una sabrosa tortilla española, donde todos los ingredientes contribuyan a su sabroso resultado, en las proporciones adecuadas.

Por desgracia, hay que ser una gran empresa, o miembro del Gobierno para poder empezar a cambiar esta situación

Desde Torrevieja, un indignado Fernando

 

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Fernando G. Guerrero

Fernando G. Guerrero

President of SolidQ, Non-Executive Director, Digital & Data Strategist, crazy about technology, NBA, movies and music of all kinds. Tom Peters' fan since 1982


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