Las vacaciones de los responsables de pagos

Cada verano nos entra esa envidia malsana al ver cómo los responsables de pagos de las empresa parecen irse de vacaciones a primeros de julio, para volver a la actividad normal más o menos en octubre, o al menos así nos lo hacen creer sus empresas.
En ese mundo de firmas electrónicas, banca electrónica, informática móvil e internet, nunca he acabado de entender esta situación. Sea como fuere, todos hemos oído comentarios sobre la imposibilidad de procesar un pago porque la persona que tiene que procesar el pago está de vacaciones. El problema se agrava cuando empiezan a contarte que no va a dar tiempo a procesar el pago, en junio, porque en julio los responsables de pagos se irán de vacaciones y necesitan tiempo para dejar temas cerrados. Parece ser que esos “temas cerrados” no incluyen las facturas a pagar, sino otros temas al parecer mucho más urgentes.
Y claro, una vez llegados a septiembre, hay que dar tiempo para que las personas responsables de pagar, que han disfrutado de un merecido descanso durante al parecer dos meses completos, puedan reajustarse a su rutina diaria de nuevo, por lo que es difícil que esos pagos puedan procesarse antes de octubre.
Se puede pagar en verano, de verdad
Últimas noticias: los bancos permiten recibir órdenes de pago a futuro, especificando la fecha concreta de pago, incluso durante los meses veraniegos. ¿Quién lo hubiera pensado?
Curiosamente, esas mismas personas no pestañearon al autorizar y confirmar fechas de pago de facturas que no pensaban cumplir, ni siquiera se dignan en informar por adelantado que va a ser imposible cumplir con esas fechas y negociar (que no imponer) fechas de pago más realistas. Simplemente nos enteramos del impago porque el cobro no llega.
Claro, como todo en este mundo está interrelacionado, esto supone una serie de incumplimientos de pago en cascada, de empresa a empresa, afectando a toda la sociedad en su conjunto.
¿Y los cobradores no se toman vacaciones?
Curiosamente, los responsables de cobros parecen no tener vacaciones. Deben ser las personas más explotadas de nuestra fuerza laboral. No descansan nunca, ni en verano, ni en Navidad, ni en los puentes ni, a veces, en los fines de semana.
Se da la paradoja de que en las mismas empresas en las que los responsables de pagos desaparecen durante un par de meses, los responsables de cobros trabaja con vigor renovado para compensar esta carencia. En un mundo en el que muchas empresas somos a la vez clientes y proveedores de otras, no deja de ser llamativo que exijamos con fuerza el cobro de nuestras facturas a un cliente determinado, mientras al mismo tiempo damos excusas para retrasar el pago de las facturas que debemos a ese misma empresa, que a estos efectos es un proveedor.
Un ejemplo claro de esto es la administración pública. Es prácticamente imposible recibir un pago de ninguna de las administraciones públicas en verano, mientras que los inspectores de Hacienda, de la Seguridad Social, o de otros organismos no descansan nunca. Se ven forzados a seguir apretando con la misma fuerza durante el verano, exigiendo sus cobros haya o no pagos pendientes a los mismos contribuyentes a quienes exigen dichos pagos.
No culpo aquí a las personas que ejecutan estas tareas, quienes habitualmente intentan hacer lo más adecuado para ayudar, sino al sistema que funciona tan inflexiblemente con los deudores y tan negligentemente con los acreedores.
¿Cuánto nos cuesta esta situación?
El coste que tiene esta situación para nuestras empresas y nuestros trabajadores es tremendo. El tiempo dedicado por los departamentos de administración para lidiar con cobros que no llegan, con bancos que esperan fondos que no llegan para cubrir pagos que sí llegan como un reloj. El estrés de muchos empleados a quienes sus empresas deben meses de sueldos. Los problemas de tesorería de la Seguridad Social y Hacienda que no reciben sus cobros a tiempo. El coste humano que causa la incertidumbre de cuándo se va a cobrar. El descenso del consumo e inversión, personal y empresarial, que estas situaciones causa. ¿Cómo se calcula todo este coste?
Luego nos queremos comparar con otros países de nuestro entorno, con otros países de similar tamaño económico y de población, pero esta situación solo ocurre en países muy lejos de España en la lista de PIB per cápita.
¿Podemos cambiar esta situación?
El problema es dónde empezar para romper esta situación, y la única solución es empezar por el cliente más grande de todos: las administraciones públicas. Si resolvemos el problema de pagos de las administraciones públicas, a partir de ahí podríamos exigirles a sus proveedores el cumplimiento estricto de los plazos de pago, sin vacaciones veraniegas. Y a partir de ahí seguiríamos la cadena hasta darle un vuelco a nuestra sociedad.
Comenté este tema en otro post de este blog: http://www.fernandogguerrero.com/que-los-pagos-de-la-administraciones-publicas-sean-completamente-predecibles/
No tengo datos para poder calcular el impacto de estas medidas en el PIB de España, pero todos los empleados y las empresas soñamos con una situación en la cual no tengamos que verificar si ha llegado o no un cobro, o una nómina, porque si ha pasado la fecha tengamos la certeza, sin comprobarlo, de que está en nuestra cuenta. Y así podremos enfocarnos en hacer bien nuestro trabajo, diseñar mejores productos y servicios, hacerlos llegar al mercado, crear valor a nuestros alrededor, y planificar nuestros gastos e inversiones, de un modo razonablemente predecible.
Claro que esto solo se puede hacer si el gobierno de la nación toma las medidas oportunas para resolver los problemas de fondos, y no solamente el parche, por necesario que sea, del día.
Hasta podríamos pensar en cómo crear empleo y riqueza, en vez de aterrorizarnos cada vez que llega el verano.
Quizá esté soñando
- photo credit: Daquella manera via photopin cc
Fernando G. Guerrero
President of SolidQ, Non-Executive Director, Digital & Data Strategist, crazy about technology, NBA, movies and music of all kinds. Tom Peters' fan since 1982
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